Defiende el filósofo José Antonio Marina que la Universidad, como cualquier institución, necesita evolucionar a la misma velocidad que la sociedad. De lo contrario, no cumplirá con el papel transformador y dinamizador que se necesita para lograr sociedades avanzadas, inclusivas y más comprometidas.
La imagen que arroja la radiografía de la Universidad española presenta retos importantes. Así se recoge de manera muy ilustrativa en el informe que acaba de presentar la Fundación CYD que preside Ana Botín y de la que tengo el honor de ser patrono.
Siete Prioridades y un reto: La Gobernanza








El informe reconoce los evidentes cambios y mejoras que han realizado las instituciones universitarias en los últimos años. Pero queda aún mucho por hacer. El informe establece siete prioridades estratégicas, que van desde la financiación, la atracción y retención del talento, hasta la empleabilidad o la digitalización. Pero ninguno de ellos tendrá el impacto necesario si no se comienza por un pilar crítico: la modernización de la gobernanza universitaria.
El Rol de los Consejos Sociales
Tengo la suerte de ser presidente del Consejo Social de la Universidad de Cádiz. En mi rol, he podido aprender la enorme importancia que pueden tener los consejos sociales para ser puente entre la Universidad y la sociedad, incluidas muy especialmente las empresas; para promover una mejor conocimiento del sistema universitario y dinamizar y hacer más efectiva su gobernanza. Aprovechémoslos, porque están ahí, a disposición de la Universidad y la sociedad.
La reforma de la gobernanza universitaria
No podemos seguir así. No es posible que la Universidad transforme la sociedad si no la dotamos de una gobernanza adecuada, respetuosa con el principio de autonomía universitaria, pero más, mucho más abierta a la sociedad, con un sistema de rendición de cuentas basado en los resultados y creación de valor, y no en la gestión administrativa. Si la gobernanza de las empresas ha cambiado radicalmente en las últimas décadas para ser más fuertes y competitivas, ¿por qué no la de las universidades?
Hemos vivido en las últimas décadas cambios legislativos constantes realizados por gobiernos de distinto signo, sin que ninguno de ellos haya abordado los cambios estructurales que necesita el sistema. Lamentablemente, cuando se apruebe la Ley Orgánica del Sistema Universitario, en tramitación, no va a solucionarse nada de esto. Necesitamos un pacto de Estado que apueste por la participación y el consenso de todos los actores a los que se debe la Universidad, incluida la sociedad civil. Se lo debemos a nuestros universitarios y a nuestras próximas generaciones.